La historia triste del "Chunguito"
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En los roqueros de la costa chilena habita - entre las especies
mamferas -
la del Chungungo o Chinchimen (voces precolombinas), una pequea y tmida
nutria de la familia de los mustlidos, cuyo nombre cientfico es "Lontra
Felina". Se trata de una frgil especie en peligro inminente de extincin.
Siendo una especie de difcil observacin, no existen mayores estudios cientficos
a la fecha que permitan ilustrarnos mejor de su poblacin, ubicacin
territorial, comportamientos familiares, hbitos alimenticios, conductas de
apareamiento y dems informacin para un adecuado tratamiento del mamfero.
Al Chungungo, que por su apariencia de gato se lo conoce tambin como "gato
de mar", se encuentra hoy poblando con gran dificultad los territorios al
sur del Per y toda la costa chilena. An cuando no tiene depredadores
naturales, tiene como su nica y mayor amenaza al hombre, que lo ha cazado por
dcadas en procura de su maravillosa piel. Junto a la "Lontra Ludis"
de Norteamrica, nuestra "Lontra Felina" es una de las ltimas dos
especies de nutrias de mar que an sobreviven.
Historia de un Chungungo
Era una maana clida, en los primeros das del tercer mes del ao del nuevo siglo, al trmino del trfago veraniego en Maitencillo. Mientras el balneario volva a su quietud, me encontraba muy alegre por haber emprendido por vez primera un proyecto de playa, al que haba bautizado como "Multicancha de Arena El Chungungo". Mi observacin permanente de ese maravilloso mamfero marino, que habita desde tiempos remotos los roqueros del balneario, hizo que no dudara para que este incipiente proyecto de desarrollo costero y deportivo llevase su nombre.Esa maana, un buen vecino, al rescatar a un pequeo Chungungo moribundo de que fuese muerto por las gaviotas que ya le haban abierto el cuero de su cabeza, record que haba escuchado de alguien que hablaba de chungungos en una playa cercana. Al llamarme, no olvido su relato: "tu tienes un criadero de chungungos en la playa". Por qu?, le pregunt asombrado. "Es que encontr uno moribundo y t los conoces bien". No dud un minuto, as es que corr al lugar y recib a "Chunguito" en mis brazos. Estaba inmvil, casi muerto, con menos de un mes de vida. Inici entonces una dura lucha por su vida, sin mayor conocimientos, con slo un computador y un telfono, mientras l se mora bajo del cubrecama de mi pieza.
Desesperado, luego de decenas de llamadas y conferencias virtuales, buscando veterinarios especializados, bilogos y mamantlogos, encontr primero a Yurgen Rotmann y luego a Gonzalo Medina, quienes me proporcionaron las primeras lecciones y tambin malos presagios por la viabilidad de "Chunguito", atendida su corta edad, el abandono de su madre, sus infecciones y su lesin maxilar, todo lo cual pre-sentaba un cuadro muy desalentador. Un gran amigo veterinario de Puchuncav, Enrique Neumann, quien confes que jams haba conocido un chungungo, me visit con frecuencia para ayudar y conocer la evolucin de las heridas infectadas de "Chunguito".
Ya tena claro a estas alturas que estaba frente a un lactante, con un metabolismo increble, lo que obligaba a cuatro papas diarias. Nunca olvidar como calentaba en un recipiente de greda media taza de leche con una cucharada de mantequilla, as como en una pera de sacamoco, que apareci en un cajn olvidado de la casa, iniciaba la alimentacin de "Chunguito". Este pareca agradecido a medida que sus signos vitales y movilidad aumentaban. Mi felicidad tambin prenda. Sera capaz de salvarlo?. Todo era una vorgine. Corra al telfono, volva donde el pequeo enfermo, mientras que Anita vena llena de remedios y, haciendo el puente de salvacin para "Chungito", me deca: "sta gota cada dos horas, las otras una vez al da, el azul de metileno. . . ste y lo otro", todo lo cual absorba todo mi tiempo y energas. Sin pensarlo, y en das todava inciertos, estaba totalmente dedicado a recuperar a "Chunguito". En tanto, todos me decan: "es muy difcil, no te hagas esperanzas, sin la madre no puede vivir". Pero algo dentro de mi, al contemplarlo absorto mientras dorma esas primeras noches, me deca que s poda. "Chunguito" pareca, por su parte, querer gritar "quiero vivir".
Corre el mes de abril, y gracias a sus mltiples mdicos y cuidados, "Chunguito" empieza a sanar lentamente. Hemos desbloqueado su nariz en base a vaselina lquida, su herida en la cabeza se seca con rapidez, producto de unos spray que le aplica el veterinario Neumann. Comenzamos a llevar a "Chunguito" a la poza de mar frente a mi casa, donde disfruta de su medio ambiente con toda naturalidad. Slo nos queda manipular sus dientes permanentes que ya asoman, de tal manera que tomen la posicin para una correcta mordida. Se le hacen masajes diarios, despus de alimentarlo con su mamadera de leche.
Estamos felices con "Chunguito". Ha sobrevivido al abandono y a sus heridas. El nos irradia con su vitalidad. Sus movimientos empiezan a ser cada da ms veloces y su instinto depredador asoma. Ahora est preparado para una vida independiente. Sano y vital, baja todos los das desde la casa al mar. Y, de varias madrigueras, elige vivir en una cueva natural del cerro de mi casa. Lo veo cruzar a diario la Avenida del Mar (costanera del balneario con gran circulacin) y me desespera la posibilidad de verlo arrollado por un vehculo. Pero, curiosamente, l nos muestra su fina inteligencia: oteando desde la orilla del camino, cruza durante meses la va, salvando siempre su integridad. Eso no basta y, entre los que nos visitan, surgen las recomendaciones para proteger a "Chunguito" del camino. Cristin Gonzlez, cameraman profesional, trae hasta Maitencillo un letrero caminero, oficial, de la Direccin del Trnsito de Santiago, donde aparece la silueta de una pequea nutria y una leyenda ms abajo dice "Precaucin, cruce de nutria". Estamos contentos, porque los vehculos toman especial precaucin en la zona sealada.
"Chunguito" hace la felicidad de cuantos se detienen a verlo. Abuelitos, papas y nios disfrutan de su presencia, recabando informacin acerca de su naturaleza y comportamiento. Estn conociendo a este mamfero, del cual en el mejor de los casos han escuchado hablar, pero que nunca vieron antes y desconocen el hecho de que habitan desde siempre nuestro borde costero, en especial en lugares con rocas secas donde establecer sus madrigueras, su ultimo refugio.
Nuestro amigo crece y se desarrolla. Estamos en presencia de un macho adulto, fuerte e independiente. Tanto es as que puedo verlo desde mi ventana cmo es visitado a diario por una chungunguita. Ambos juegan y se desplazan entre huiros y rocas con sus habilidades tan particulares. No cabe duda que se aparearan. Y, en mi rol de padre, estoy emocionado. En efecto, se pierde durante todo un da y medio, al cabo del cual aparece cansado y hambriento. Se alimenta y duerme varias horas. Obviamente, se cruz con "Chunguita". Sueo con verlos irse un da para formar una familia; tal vez cerca de mis rocas para de alguna manera seguir protegindolos. Lo cierto, es que slo seran mis sueos.
Llegaron los das aciagos de octubre. Luego de un activo fin de semana, en la
madrugada de un da lunes, "Chunguito" no aparece en la rutina diaria.
Dejo pasar unos minutos hasta que salgo determinado:algo le pas a "Chunguito"!.
Camin primero por las rocas llamndolo en su idioma que haba aprendido
durante tan maravillosa convivencia. Mis pasos toman el ritmo de mi desesperacin.
Por horas lo busco angustiado, recorriendo todo el rea sur del balneario. Es
ya hora de almuerzo y nadie lo ha visto. Pregunto si se han visto perros en el
sector o si ha habido algn atropello. Pero nada.
Agudizo mi indagatoria en la tarde hasta que alguien me da una luz: "hay un
tipo cerca de aqu que ha cazado chungungos". No lo puedo creer y me
conmuevo al pensar de que podra haber un depredador tan cerca nuestro. Respiro
profundo y me dirijo al lugar sealado, donde lo encaro escondiendo mis
sentimientos: "Hay muchas jaivas por estas rocas?", lo interrogo. El
slo asiente con su cabeza, por lo que vuelvo a preguntarle: "Amigo hay
unos animalitos con una piel preciosa que viven por aqu?". Si, me dice
con toda naturalidad, "en la maana descuere a uno . . . ". Casi me
muero all mismo y con mu-cha dificultad logro preguntarle de nuevo: "Qu
hizo con el cuerpo?". Ahora slo me queda mirando, tal vez sospechando
algo. En mi cabeza pasa de todo; hasta pienso golpearlo, pero reflexiono por
unos segundos y me retiro del lugar.
En el camino de regreso todo es confuso. Me repito una y otra vez: animal, cmo
pudiste matar esta historia de amor y de entrega sin igual!. A la noche, casi no
dorm, pues las imgenes de "Chunguito" se sucedan una y otra vez
y pensaba cmo no volver a mirarlo; a verlo jugar con la "Coipa", mi
perra pastora que con gran celo lo protega de otros perros; no escuchar su
canto de amor, que me brindaba al acariciarlo desde tan pequeo. Mis amigos, cranme,
mi alma qued destrozada despus de nueve meses de un sueo hecho realidad.
Yo estaba preparado para verlo regresar a su vida en el mar, incluso a que fuera
arrollado por un auto en el camino. Pero, por Dios, no de esta manera. No as.
Denunciado ante la autoridad, al depredador le fue requisada la piel de su
domicilio. Esta se encontraba estirada en un panel de madera, tratada con piedra
lumbre, lista para su proceso de secado.
Y, ste fue el fin de "Chunguito". Al escribir estas lneas, se me
vuelve a apretar el corazn. Quisiera que todo aqul que las lea pueda saber
que esta maravillosa nutria del mar de Chile habita entre nosotros y que slo
de nosotros depende que los hijos de nuestros hijos puedan llegar a conocerla.
Por eso, mi grito descarnado
PROTEJAMOS Y DEFENDAMOS LOS CHUNGUNGOS QUE AUN VIVEN EN LAS COSTAS CHILENAS!
Marine Otter |